Museo Nacional de Bellas Artes de Riga

La elección de las soluciones de iluminación se basó en dos premisas: por un lado, se pretendía resaltar la majestuosa fachada del edificio, diseñada en estilo clásico y barroco por el arquitecto alemán Wilhelm Neumann. Por otro lado, se quería resaltar el gran valor artístico de los diversos objetos expuestos (cuadros de diversos tamaños, esculturas, pequeños objetos guardados en vitrinas y hornacinas, a menudo expuestos en salas con techos muy amplios). 
Las líneas de luz del bar Xenia se utilizaron para iluminar la fachada principal. De este modo, la iluminación se vierte en un manto de luz suave, que se extiende hacia arriba y hacia abajo. Para la iluminación de las colecciones y los espacios de exposición se utilizaron 1.300 proyectores, de los cuales cerca del 90 % empleaban tecnología DALI.

Para la iluminación del interior del museo, se optó por proyectores de la colección I-Lèd: Sunrise y Vektor. 
El proyector Sunrise, gracias a la alta reproducción cromática de la fuente LED, da forma a acentos de luz que se unen en un juego de volúmenes y dimensiones, destacando ciertos aspectos de las obras de arte y de la arquitectura del interior. En la misma vía se encuentra la tecnología del proyector Vektor, que en cambio ofrece la posibilidad de dar forma a los contornos de los cuadros de manera precisa; la tecnología LED, combinada con la forma, no sólo no estropea los pigmentos del cuadro, sino que concentra el foco visual en el lienzo, creando un agradable efecto de contraste con la pared de soporte.

Las opciones adoptadas en la iluminación del museo de Riga satisfacían, pues, una doble necesidad, complicada por la necesidad de mantener un equilibrio entre estética, tecnología y funcionalidad. La fachada del edificio, iluminada de este modo, evoca un nuevo escenario estético, el acuerdo perfecto entre notas de encanto y armonía. En cuanto a la iluminación del interior, el resultado obtenido ha permitido preservar la magnificencia de las obras expuestas de los escollos de las sombras, que a menudo impiden disfrutar plenamente de la experiencia artística. Arquitectura e iluminación se convierten así en dos aspectos preponderantes en el disfrute de la obra museística, confiriendo a la estructura un importante valor estético y una fuerte identidad.